600.000 máquinas vending instaladas en España, según Proveedores Vending Asociados
Pescado fresco, pinchitos morunos, varios tipos de pan artesanal y leche del día han dejado de ser patrimonio de tiendas y supermercados y ya se dispensan las 24 horas en máquinas de venta automática, que también ofrecen pelotas de pádel, toallas en los gimnasios y hasta cebos vivos para la pesca, según una información publicada por EFE ayer 11 de mayo.
Estas máquinas son viejas conocidas -hace 15 años ya había una en tres de cada cinco empresas españolas-, pero su evolución ha sido sorprendente desde las tradicionales que solo ofrecían café o refrescos a cambio de unas monedas.
En total son 600.000 las máquinas de este tipo instaladas en España según los Proveedores de Vending Asociados, que cifran en 20 millones de personas el público que a diario hace uso de los servicios de venta automática, sector en el que bebidas calientes, agua y zumos siguen liderando las ventas.
Pero hoy día son muchos más los productos que se pueden comprar en ellas, incluso frescos, como en Mungia (Bizkaia), donde una pescadería colocó hace dos años una dispensadora que ofrece pescado en bandejas y que permite comprar sardinas, salmón, marisco y todo tipo de precocinados día y noche.
Una idea similar tuvo un joven emprendedor del barrio de La Palomera de León, donde ofrece desde 2012 pechugas de pollo, pinchos morunos, y todo tipo de carnes, entre ellas la especialidad de su establecimiento, las hamburguesas caseras de buey, en un aparato ubicado en el exterior de su carnicería.
También se han sumado al catálogo de artículos disponibles a cualquier hora alimentos cotidianos como el pan y la leche fresca y productos menos habituales, como los cebos para pesca, que pueden comprarse en máquinas como las instaladas muy cerca de puertos como los de Barcelona y Santander.
Las máquinas también se están convirtiendo en soportes para otro tipo de servicios e iniciativas: en noviembre de 2013, el Ayuntamiento de Alcorcón (Madrid) anunció un proyecto para instalar desfibriladores en máquinas de bebidas, café y aperitivos del municipio.
Por su parte, los deportistas aficionados al pádel disponen en una docena de instalaciones repartidas por todo el país de expendedoras de pelotas para la práctica de este deporte y recambios de cinta para los mangos de las raquetas.
“Cuando llegó la crisis vimos que este deporte era un sector en crecimiento y observamos que las pelotas tienen mucha rotación: se cambian, más o menos, cada tres partidos. De ahí surgió la idea, y ha funcionado bastante bien”, asegura Alejandro Velasco, gerente de Servint, la empresa que ha desarrollado la expendedora.
Otros ejemplos que cada vez son más habituales en aeropuertos y estaciones de transporte son las que permiten comprar flores frescas o aquellas que ofrecen patatas fritas al momento en algunos centros comerciales.
Además, y para quienes no puedan despegarse del móvil un minuto, Aena instaló el pasado abril máquinas para recargar teléfonos y tabletas en el aeropuerto de El Prat de Llobregat (Barcelona), al precio de un euro por cada media hora de recarga.
También ha habido intentos que no han cuajado, como el de instalar máquinas expendedoras de pequeños lingotes de oro que ocupó un rincón del Hotel Palace de Madrid en septiembre de 2010 y se retiró unos meses después.
Aún así, y pese a los avances, la evolución de las máquinas de venta automática en España está todavía lejos del nivel de Canadá, donde este jueves se presentó la primera máquina expendedora de marihuana con fines terapéuticos en bolsitas.
Pescado fresco, pinchitos morunos, varios tipos de pan artesanal y leche del día han dejado de ser patrimonio de tiendas y supermercados y ya se dispensan las 24 horas en máquinas de venta automática, que también ofrecen pelotas de pádel, toallas en los gimnasios y hasta cebos vivos para la pesca, según una información publicada por EFE ayer 11 de mayo.
Estas máquinas son viejas conocidas -hace 15 años ya había una en tres de cada cinco empresas españolas-, pero su evolución ha sido sorprendente desde las tradicionales que solo ofrecían café o refrescos a cambio de unas monedas.
En total son 600.000 las máquinas de este tipo instaladas en España según los Proveedores de Vending Asociados, que cifran en 20 millones de personas el público que a diario hace uso de los servicios de venta automática, sector en el que bebidas calientes, agua y zumos siguen liderando las ventas.
Pero hoy día son muchos más los productos que se pueden comprar en ellas, incluso frescos, como en Mungia (Bizkaia), donde una pescadería colocó hace dos años una dispensadora que ofrece pescado en bandejas y que permite comprar sardinas, salmón, marisco y todo tipo de precocinados día y noche.
Una idea similar tuvo un joven emprendedor del barrio de La Palomera de León, donde ofrece desde 2012 pechugas de pollo, pinchos morunos, y todo tipo de carnes, entre ellas la especialidad de su establecimiento, las hamburguesas caseras de buey, en un aparato ubicado en el exterior de su carnicería.
También se han sumado al catálogo de artículos disponibles a cualquier hora alimentos cotidianos como el pan y la leche fresca y productos menos habituales, como los cebos para pesca, que pueden comprarse en máquinas como las instaladas muy cerca de puertos como los de Barcelona y Santander.
Las máquinas también se están convirtiendo en soportes para otro tipo de servicios e iniciativas: en noviembre de 2013, el Ayuntamiento de Alcorcón (Madrid) anunció un proyecto para instalar desfibriladores en máquinas de bebidas, café y aperitivos del municipio.
Por su parte, los deportistas aficionados al pádel disponen en una docena de instalaciones repartidas por todo el país de expendedoras de pelotas para la práctica de este deporte y recambios de cinta para los mangos de las raquetas.
“Cuando llegó la crisis vimos que este deporte era un sector en crecimiento y observamos que las pelotas tienen mucha rotación: se cambian, más o menos, cada tres partidos. De ahí surgió la idea, y ha funcionado bastante bien”, asegura Alejandro Velasco, gerente de Servint, la empresa que ha desarrollado la expendedora.
Otros ejemplos que cada vez son más habituales en aeropuertos y estaciones de transporte son las que permiten comprar flores frescas o aquellas que ofrecen patatas fritas al momento en algunos centros comerciales.
Además, y para quienes no puedan despegarse del móvil un minuto, Aena instaló el pasado abril máquinas para recargar teléfonos y tabletas en el aeropuerto de El Prat de Llobregat (Barcelona), al precio de un euro por cada media hora de recarga.
También ha habido intentos que no han cuajado, como el de instalar máquinas expendedoras de pequeños lingotes de oro que ocupó un rincón del Hotel Palace de Madrid en septiembre de 2010 y se retiró unos meses después.
Aún así, y pese a los avances, la evolución de las máquinas de venta automática en España está todavía lejos del nivel de Canadá, donde este jueves se presentó la primera máquina expendedora de marihuana con fines terapéuticos en bolsitas.