Portugal declara la guerra a las grasas y el azúcar
Portugal es uno de los países de la Unión Europea que consumen más azúcar por habitante desde la niñez y los adultos portugueses se sitúan algo por encima de la media (16,6% frente al 15,9%) en cuanto a cifras de obesidad. No solo se trata del café, también de sus famosos postres y de la cantidad de refrescos que se consumen. Esa dieta ha llevado a este estado a las primeras posiciones europeas en el número de diabéticos y también en la incidencia del colesterol en la infancia. Por dicho motivo, y al amparo de la normativa europea, el Ejecutivo central penaliza desde hace unos meses, con la denominada fat-tax, los refrescos y bebidas que superen los niveles de azúcar y edulcorantes establecidos por Bruselas, el Ministerio de Sanidad luso y la Organización Mundial de la Salud. Hasta que se impuso la drástica medida entre los fabricantes y distribuidores de bebidas, en todo el territorio luso los refrescos de las marcas más internacionales tenían un sabor más dulce que en España y que en otros países europeos. Lo mismo ocurría con los yogures y con muchos postres lácteos.
El Gobierno de Portugal, presidido por el socialista Antonio Costa con apoyo parlamentario del Bloco de Esquerda y del Partido Comunista, está dispuesto a hacer todo lo que haga falta, por la vía legal, para bajar el consumo excesivo de azúcar. Para ello, desde enero se ha reducido el contenido de los sobres de azúcar de las cafeterías: de los ocho gramos anteriores a los cinco actuales. En el país de los golosos y de los de cafeteros, donde se bebe una media de tres o cuatro cafés solos por día, la medida está suscitando muchas críticas, sobre todo entre la población de más edad.
Siguiendo la política de combatir los malos hábitos de alimentación entre las nuevas generaciones, en Portugal, a partir del 1 de abril, desaparecerán de las máquinas expendedoras de venta de comida en la calle, estaciones de metro, ferrocarril, autobús, aeropuertos, centros de salud y colegios, los alimentos con niveles altos y no permitidos de sal, azúcar y grasas. Además, las aguas deberán colocarse en lugares más visibles y no en el rincón más bajo y oculto de la máquina.
A la batalla contra el azúcar le va a seguir en breve la presencia de lo verde en todos los comedores públicos. Gracias a una iniciativa parlamentaria del único diputado del partido ecologista PAN, la Asamblea de la República aprobó que todos los comedores públicos tengan en su carta un menú vegetariano. Desde mayo, en los comedores públicos de los centros escolares se incluirá más verdura en los menús semanales e incluso se introducirá una opción vegana entre los escolares que así lo soliciten.
Esta medida se extenderá también a cualquier espacio de titularidad pública, sea un hospital, teatro, un asilo o una cárcel. Todos deben ofrecer un menú que no contenga productos de origen animal.
Portugal es uno de los países de la Unión Europea que consumen más azúcar por habitante desde la niñez y los adultos portugueses se sitúan algo por encima de la media (16,6% frente al 15,9%) en cuanto a cifras de obesidad. No solo se trata del café, también de sus famosos postres y de la cantidad de refrescos que se consumen. Esa dieta ha llevado a este estado a las primeras posiciones europeas en el número de diabéticos y también en la incidencia del colesterol en la infancia. Por dicho motivo, y al amparo de la normativa europea, el Ejecutivo central penaliza desde hace unos meses, con la denominada fat-tax, los refrescos y bebidas que superen los niveles de azúcar y edulcorantes establecidos por Bruselas, el Ministerio de Sanidad luso y la Organización Mundial de la Salud. Hasta que se impuso la drástica medida entre los fabricantes y distribuidores de bebidas, en todo el territorio luso los refrescos de las marcas más internacionales tenían un sabor más dulce que en España y que en otros países europeos. Lo mismo ocurría con los yogures y con muchos postres lácteos.
El Gobierno de Portugal, presidido por el socialista Antonio Costa con apoyo parlamentario del Bloco de Esquerda y del Partido Comunista, está dispuesto a hacer todo lo que haga falta, por la vía legal, para bajar el consumo excesivo de azúcar. Para ello, desde enero se ha reducido el contenido de los sobres de azúcar de las cafeterías: de los ocho gramos anteriores a los cinco actuales. En el país de los golosos y de los de cafeteros, donde se bebe una media de tres o cuatro cafés solos por día, la medida está suscitando muchas críticas, sobre todo entre la población de más edad.
Siguiendo la política de combatir los malos hábitos de alimentación entre las nuevas generaciones, en Portugal, a partir del 1 de abril, desaparecerán de las máquinas expendedoras de venta de comida en la calle, estaciones de metro, ferrocarril, autobús, aeropuertos, centros de salud y colegios, los alimentos con niveles altos y no permitidos de sal, azúcar y grasas. Además, las aguas deberán colocarse en lugares más visibles y no en el rincón más bajo y oculto de la máquina.
A la batalla contra el azúcar le va a seguir en breve la presencia de lo verde en todos los comedores públicos. Gracias a una iniciativa parlamentaria del único diputado del partido ecologista PAN, la Asamblea de la República aprobó que todos los comedores públicos tengan en su carta un menú vegetariano. Desde mayo, en los comedores públicos de los centros escolares se incluirá más verdura en los menús semanales e incluso se introducirá una opción vegana entre los escolares que así lo soliciten.
Esta medida se extenderá también a cualquier espacio de titularidad pública, sea un hospital, teatro, un asilo o una cárcel. Todos deben ofrecer un menú que no contenga productos de origen animal.